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El león y el ratón

 

Había una vez un ratón que vivía en la selva. El ratoncito andaba siempre de un lado para otro buscando comida. Un día que estaba husmeando tras unos árboles, se encontró con un enorme león.

El león dormía plácidamente. Por eso, el ratón no se asustó y comenzó a juguetear con él: le tiraba de la cola, le tocaba su enorme melena…Hasta que, de pronto, el león se despertó ¡y atrapó al ratón entre sus garras!.

El león, muy enfadado, le dijo:

-Ratón, ¿cómo te atreves a molestarme? ¡yo soy el rey de la selva!

-¡Perdón, majestad! -suplico el ratoncillo-: No volveré a hacerlo.

Y el ratón, muy asustado, continuó diciendo:

-Si me dejáis marchar, os estaré siempre agradecido. Y si algún día necesitáis mi ayuda, acudiré donde estéis.

Entonces, el león le contestó:

-Ja,ja,ja… ¡ Pero qué atrevido eres! ¿Cuándo voy a necesitarte yo? ¿No ves que soy mucho más grande y más fuerte que tú?

Pero al león le hizo tanta gracia la valentía del ratoncillo que le dejo marchar. Y el ratón se alejó de allí rápidamente. ¡No acababa de creerse la suerte que había tenido!

Al cabo de los días, el león quedó atrapado en la red de unos cazadores. Luchó con todas sus fuerzas para salir de la trampa, pero era imposible. ¡Cada vez se liaba más en la red!

Desesperado, el león rugió bien fuerte. De pronto, junto a él oyó una vocecilla, ¡la del ratón!:

-Majestad, ¿puedo ayudaros en algo?

-¡No creo! -dijo el león con pesar.

El ratón le contestó:

-Os equivocáis,  majestad. ¡Yo puedo roer las cuerdas con mis dientes! Y dicho y hecho .Comenzó  a roer la red hasta hacer un gran agujero.

El león, asombrado, consiguió al fin escapar de la red. ¡ El ratoncillo le había liberado de la trampa.

-No sé cómo darte las gracias- le dijo el león, emocionado.

Entonces el ratón contestó:

-No he hecho más que devolverle el favor. Usted, majestad, me dejó marchar, y yo le prometí que algún día le ayudaría si lo necesitaba. ¿Ve cómo ha llegado la oportunidad?

-¡Tienes razón! -le dijo el león con ternura-. ¡Nunca creí que un animal tan pequeño como tu pudiera ayudarme!

Y, desde ese día, el león y el ratón se hicieron muy, muy buenos amigos.

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